
Lo primero que debemos hacer para obtener un terreno apto para la plantación es labrar la tierra a una profundida de unos 30 cms. Esta labor debemos hacerla en otoño, si es posible, ya que de esta forma la lluvia y el hielo meteorizarán las tierras y en primavera serán mas fáciles de trabajar. Es lo que se conoce como entrecava.
El siguiente paso a realizar es la fertilización de las tierras. Este trabajo consta de dos partes: primero se aporta materia orgánica (estercoladura) y luego se abona el suelo con abonos minerales.
Después de fertilizar las tierras se debe dar paso a la limpieza del terreno. Tendremos que eliminar de la capa superficial del terreno todas las piedras de excesivo tamaño, las malas hierbas (eliminándolas de raíz), etc. En otros lugares es a limpieza la que precede a la fertilización del suelo.
Una vez que hemos terminado con todas las operaciones anteriores, la superficie del terreno se ha quedado desigual, con pequeños montículos y depresiones que dificultan el proceso de plantación, por lo que debemos ahora igualar el terreno mediante un rastrillado.